El siguiente es un fragmento de un texto mayor titulado “Identidad y mito en la poesía moderna: Otra mirada sobre lo mismo” escrito por el profesor y poeta Naín Nómez. El eexto completo se puede encontrar en el siguiente enlace:
http://www.letras.s5.com/nnomez200104.htm
En el caso de la obra de Neruda, es conocida su ligazón con los mitos originarios de fundación relacionados con el tiempo y el espacio sagrado, los mitos del origen americano y los símbolos de la génesis natural ligados al mar, el sol, la tierra, la lluvia o los ríos. Especialmente se ha estudiado extensamente la relación de la historia concreta de Chile y el continente con la re-fundación mítica, específicamente en Canto general (1950). La obra de Neruda, para bien o para mal, se declara en guerra con una parte importante de la historia oficial y construye desde el cruce del mito y la historia una re-visión posible del mundo americano, de su tradición revisitada y revisada y de su proyecto utópico basal. Apogeo de la modernidad frente al cuestionamiento de una identidad que se enfrenta con el espejo deforme de una tradición que la ha hecho parecer lo que no es. El poema central de la obra, "Alturas de Macchu Picchu", presenta un viajero espacial y temporal que asume la tarea prometeica de superar la conciencia de lo transitorio en una búsqueda moderna e iniciática del absoluto que se remonta a los orígenes americanos, a sus orígenes. Para subir a la montaña, primero el sujeto debe bajar a los abismos desde donde fluye la muerte colectiva, la "poderosa muerte" que no es pura negatividad, sino que trae la fecundación de lo total (el arraigo terrestre y el vuelo airoso), pero en el ámbito de lo histórico y lo social. Entre otros, Cedomil Goic y Mario Rodríguez han abundado en la interpretación de este viaje iniciático como un vínculo con la comunidad y la búsqueda de un elemento esencial a la vida más allá de las formas aparienciales. En el canto VI del poema ya se establece la relación entre el dolor personal y el dolor colectivo, en donde se patentiza la aniquilación de la vida pero también la afirmación de que el reino muerto vive todavía. Hay una solidaridad que se extiende entre este reino muerto y el sujeto que lo recupera y lo catapulta al mito del proyecto común futuro. El poeta entonces exclamará:
En el caso de la obra de Neruda, es conocida su ligazón con los mitos originarios de fundación relacionados con el tiempo y el espacio sagrado, los mitos del origen americano y los símbolos de la génesis natural ligados al mar, el sol, la tierra, la lluvia o los ríos. Especialmente se ha estudiado extensamente la relación de la historia concreta de Chile y el continente con la re-fundación mítica, específicamente en Canto general (1950). La obra de Neruda, para bien o para mal, se declara en guerra con una parte importante de la historia oficial y construye desde el cruce del mito y la historia una re-visión posible del mundo americano, de su tradición revisitada y revisada y de su proyecto utópico basal. Apogeo de la modernidad frente al cuestionamiento de una identidad que se enfrenta con el espejo deforme de una tradición que la ha hecho parecer lo que no es. El poema central de la obra, "Alturas de Macchu Picchu", presenta un viajero espacial y temporal que asume la tarea prometeica de superar la conciencia de lo transitorio en una búsqueda moderna e iniciática del absoluto que se remonta a los orígenes americanos, a sus orígenes. Para subir a la montaña, primero el sujeto debe bajar a los abismos desde donde fluye la muerte colectiva, la "poderosa muerte" que no es pura negatividad, sino que trae la fecundación de lo total (el arraigo terrestre y el vuelo airoso), pero en el ámbito de lo histórico y lo social. Entre otros, Cedomil Goic y Mario Rodríguez han abundado en la interpretación de este viaje iniciático como un vínculo con la comunidad y la búsqueda de un elemento esencial a la vida más allá de las formas aparienciales. En el canto VI del poema ya se establece la relación entre el dolor personal y el dolor colectivo, en donde se patentiza la aniquilación de la vida pero también la afirmación de que el reino muerto vive todavía. Hay una solidaridad que se extiende entre este reino muerto y el sujeto que lo recupera y lo catapulta al mito del proyecto común futuro. El poeta entonces exclamará:
"Piedra en la piedra, el hombre dónde estuvo? Aire en el aire, el hombre dónde estuvo? Tiempo en el tiempo, el hombre dónde estuvo?" (12).
El poeta no ha podido aprehender más que un "racimo de caras o máscaras" y para encontrar esa unidad que está ausente de sus vidas, se vuelve hacia la muerte, lo que se hace a través de un viaje al centro de las cosas como un regreso a la tierra y su fugaz primavera, en una contradictoria asunción del mito del ideal heroico, ahora convertido en mito de regeneración. Así la "verdadera, abrasadora muerte", se transforma en su contrario, "una vida después de tantas vidas". Ahora el viaje iniciático ha terminado y en el esplendor de las ruinas (como antinomia de una modernidad que ha reprimido y simplificado la identidad del americano, del connacional), el ser humano, el poeta, el sujeto del canto se perpetúa, pero en su propia ausencia. Al responder ahora la pregunta ¿Qué era el hombre?, en el canto décimo, la noción de la muerte es remplazada por la noción de la necesidad: el hambre. El ser individual se hace plural: "Juan Cortapiedras, Juan Comefrío, Juan Piesdescalzos, etc." La crítica al otro mito fundacional es evidente.
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