miércoles, 28 de mayo de 2008

FOTOS CUÁTICAS DE DOS CHILENOS CUÁTICOS



Ambas fotografías son parte del Salón Fotografía de Prensa, al que se puede acceder en su totalidad en : http://www.cooperativa.cl/


La imagen de un "flaite" de apellido Eyzaguirre resulta un poco extraña aunque no imposible en un país donde de algún modo todos somos flaites. La imagen de un Lagos Weber como para el casting de una nueva versión de "Psicosis" es notable.

martes, 27 de mayo de 2008

KAFKA, LAS PESADILLAS DE UN VISIONARIO




FRANZ KAFKA (Praga, 3 de julio de 1883 – Kierling,, Austria, 3 de junio de 1924)


El siguiente es una selección de fragmento s de un texto escrito por Freddy Valverde especialmente para Radio Praga durante la conmemoración de los 80 años de su muerte.

Franz Kafka es sin duda uno de los escritores más destacados del siglo XX. Al conmemorarse el 80º aniversario de su muerte surgieron, como es natural en casos semejantes, declaraciones de una serie de especialistas que tratan de responder incógnitas en torno a la vida del autor de La Metamorfosis, El Proceso, El Castillo, América y muchos otros.




Si en algo coinciden los eruditos es que se trató de un escritor que superó su época, y que la fuerza de su obra va mucho, pero mucho más allá de las fronteras de ese siglo. Algunos han llegado a sugerir que se trató de un visionario, porque en la actualidad nadie narra mejor la sensación que las personas experimentan ante el mundo de nuestros días.




Franz Kafka nunca prestó mayor atención a la publicación de sus obras, porque para él lo importante era escribir, ya que así se autorrealizaba plenamente. Algunos especialistas han llegado a decir que ello representaba para él una especie de autoalumbramiento y purificación total de su ser. A su amigo Max Brod debemos que se salvara y publicara la obra de Kafka, a pesar de que éste antes de morir le pidiera la destrucción de todos los diarios, cuentos y novelas.




La obra de Kafka peligró en dos oportunidades más. Primero bajo la bota de los soldados nazis que tenían la orden de destruir todo lo que fuese judío y después "la dictadura del proletariado" que apegada al materialismo dialéctico calificó a Kafka de autor metafísico sin mensaje alguno para el pueblo trabajador por lo que fue inscrito en la lista negra de los autores peligrosos para el régimen comunista.




La vida de Franz Kafka se vió marcada por un profundo sentimiento de inseguridad que en muchas oportunidades le llevó a destruir novelas completas, asfixiado por demonios internos que permanecerán anónimos para nosotros, su obra ha caminado por los senderos más extraños del mundo de la literatura. Ni el propio Kafka, ni las censuras alemana ni comunista, pudieron silenciar el mensaje perenne de su obra. Un tanto irónico, o quizás curioso ha sido el hecho de que la obra de Franz Kafka fuera publicada primero en francés y no en alemán, el idioma original. Intelectuales franceses como por ejemplo Albert Camus, Jean Paul Sartre, André Breton y otros, descubrieron la genialidad de Kafka y de su obra, por lo que buscaron la difusión de la misma.




Explicar el por qué la obra de Kafka resulta tan fuera de lo común es una tarea sumamente compleja que requerirá todavía muchos estudios a cargo de varias generaciones de especialistas. Pero de seguro podemos decir sin temor a equivocarnos que la personalidad de Franz Kafka, descubierta a través de sus obras, es la de un escritor de características psicológicas excepcionales, que se movían entre la genialidad y la mayor inseguridad y temores infundidos imaginables.




La realidad interna de Kafka supera toda fantasía. Kafka se vio obligado a desarrollar una personalidad autosuficiente ante la falta de respaldo de la cultura de su entorno, que fue más bien cerrada. Fue un desarraigado social. Si bien escribió en alemán, no logró compaginar del todo con la cultura germana. Algunos de sus estudiosos dicen que ello sucedió porque era judío, pero otros dicen que careció de sólidas raíces judaicas. A pesar de que sus padres eran judíos no fue educado según los cánones correspondientes, no aprendió yiddisch en su infancia y fue sólo después de adulto que empezó a interesarse voluntariamente por el judaísmo.




Un tercer grupo de estudiosos se inclina por sostener que Kafka no se puede poner en una categoría específica y decir que era judío o alemán, porque ante todo fue praguense. Y ser praguense en la época que vivió Kafka significó tener algo de alemán, algo de judío, pero también algo de checo. La ciudad de Praga, fue, es y será un cruce de caminos, un cruce de culturas que no siempre han sido compatibles.




No debemos entender la opción de Kafka, de escribir en alemán y no en checo, como algo negativo, sino por el contrario, como algo que le permitió independencia absoluta y tomarse la libertad de no publicar o destruir su exteriorización artística, escapó de todo provincialismo y presiones de los grupos enfrentados estableciendo una vía propia que, sin buscarlo, convirtió su obra en un valor de dimensiones globales.




La difícil infancia de Kafka, caracterizada por los frecuentes cambios de domicilio, dentro de Praga, los complejos, temores y severidad de su padre, más el desarraigo en que se desarrollaba y muchas cosas más, lo llevaron a trasladar el foco de su atención hacia lo interior. Describía el mundo que le rodeaba pero no para hacer copartícipes a los demás, sino que para sí mismo, porque, claro está que cuando se escribe un diario -con las características del de Kafka- se parte de que será para sí mismo y no para hacerlo de conocimiento público. La terrible soledad, pues sus padres no le prestaban la atención debida ya que desde tempranas horas de la mañana estaban en la tienda, y la falta de afecto predispusieron un desarrollo diferente de su imaginación, de su inseguridad abominable, siempre se sentía culpable y estaba a la espera de terribles castigos, tal como queda patente en sus novelas. Alguien dijo que Kafka escribía para espantar los demonios, los espíritus y las asfixiantes pesadillas que le asediaban aún cuando estaba despierto.




Nacido en Praga el 3 de julio de 1883, Franz Kafka fue "un niño frágil pero sano" dijo una vez su madre. Nació en la casa (U veze) de la Torre número 27, en la propia línea que separaba el barrio judío y el alemán, mezcla de culturas que marcaran su vida y su obra. A lo largo de su vida Franz Kafka -con excepción de los últimos años afectado por la enfermedad- apenas se alejó del radio de la Ciudad Vieja de Praga. Cuentan que una vez que miraba desde una ventana hacia la Plaza dijo: "allí estaba mi liceo, en aquel edificio que mira hacia nosotros está la Universidad y más allá hacia la izquierda mi oficina -dibujó un círculo con el dedo y agregó- ahí se encierra toda mi vida".
LA VENTANA A LA CALLE



"Quien vive en aislamiento, y querría, no obstante, de vez en cuando integrarse; quien en razón de los cambios de las horas del día, del clima, de las relaciones profesionales, o de cosas por el estilo, querría sin más ni más ver un brazo cualquiera al que poder agarrarse, no va a poder aguantar mucho tiempo sin una ventana a la calle. Y lo que sucede con él es que no busca absolutamente nada, y, como hombre cansado que es, pasea su mirada, apoyado contra el antepecho de su ventana, entre la gente y el cielo; y no quiere nada, y tiene la cabeza un poco echada atrás; así y todo, los caballos abajo lo arrastran consigo en su séquito de coches y ruido, y así, finalmente, en la comunidad de los hombres".

Pero Kafka no era sólo penumbra y sufrimiento. No son justos aquellos que le niegan momentos de alegría, diversión, risas, deseos y placer. Dentro de su particular estilo de vida las mujeres desempeñaron un papel muy importante, aunque complicadísimo, como claramente se desprende de su obra, donde llegamos a encontrar muchos perfiles eróticos.Cuando sus hermanas crecieron, el universo femenino se fue convirtiendo, por clara oposición a los caprichos de las posturas viriles de su padre, en un refugio para el joven Franz Kafka.Su madre se mantuvo siempre distante, pero a pesar de ello disponía de una suavidad natural que contrastaba con la rudeza del padre. El trato con las mujeres -debemos insistir de una manera muy particular- afinó y cultivó su sensibilidad que le permitió comprender la lógica de los sentimientos humanos.Son pocos los trabajos sobre Kafka en los que se reconoce que a pesar de sus traumas, debilidad, inseguridades y enfermedad fue un seductor de grandes magnitudes. A lo largo de su vida buscó refugio en una mujer y en la completación de amorosa la clave y el sentido de su plenitud.Sus amores fueron trágicos, con compromisos matrimoniales que se cancelaron a última hora. Sus amores fueron concretos, las mujeres que dejaron huella en su vida tuvieron nombre: Felice Bauer, Grete Bloch, Julie Wohryzek, y las más conocidas Milena Jesenská y Dora Dyamant

jueves, 8 de mayo de 2008

ALGUNOS MITOS CULTURALES EN LA OBRA DE NERUDA


El siguiente es un fragmento de un texto mayor titulado “Identidad y mito en la poesía moderna: Otra mirada sobre lo mismo” escrito por el profesor y poeta Naín Nómez. El eexto completo se puede encontrar en el siguiente enlace:
http://www.letras.s5.com/nnomez200104.htm


En el caso de la obra de Neruda, es conocida su ligazón con los mitos originarios de fundación relacionados con el tiempo y el espacio sagrado, los mitos del origen americano y los símbolos de la génesis natural ligados al mar, el sol, la tierra, la lluvia o los ríos. Especialmente se ha estudiado extensamente la relación de la historia concreta de Chile y el continente con la re-fundación mítica, específicamente en Canto general (1950). La obra de Neruda, para bien o para mal, se declara en guerra con una parte importante de la historia oficial y construye desde el cruce del mito y la historia una re-visión posible del mundo americano, de su tradición revisitada y revisada y de su proyecto utópico basal. Apogeo de la modernidad frente al cuestionamiento de una identidad que se enfrenta con el espejo deforme de una tradición que la ha hecho parecer lo que no es. El poema central de la obra, "Alturas de Macchu Picchu", presenta un viajero espacial y temporal que asume la tarea prometeica de superar la conciencia de lo transitorio en una búsqueda moderna e iniciática del absoluto que se remonta a los orígenes americanos, a sus orígenes. Para subir a la montaña, primero el sujeto debe bajar a los abismos desde donde fluye la muerte colectiva, la "poderosa muerte" que no es pura negatividad, sino que trae la fecundación de lo total (el arraigo terrestre y el vuelo airoso), pero en el ámbito de lo histórico y lo social. Entre otros, Cedomil Goic y Mario Rodríguez han abundado en la interpretación de este viaje iniciático como un vínculo con la comunidad y la búsqueda de un elemento esencial a la vida más allá de las formas aparienciales. En el canto VI del poema ya se establece la relación entre el dolor personal y el dolor colectivo, en donde se patentiza la aniquilación de la vida pero también la afirmación de que el reino muerto vive todavía. Hay una solidaridad que se extiende entre este reino muerto y el sujeto que lo recupera y lo catapulta al mito del proyecto común futuro. El poeta entonces exclamará:


"Piedra en la piedra, el hombre dónde estuvo? Aire en el aire, el hombre dónde estuvo? Tiempo en el tiempo, el hombre dónde estuvo?" (12).


El poeta no ha podido aprehender más que un "racimo de caras o máscaras" y para encontrar esa unidad que está ausente de sus vidas, se vuelve hacia la muerte, lo que se hace a través de un viaje al centro de las cosas como un regreso a la tierra y su fugaz primavera, en una contradictoria asunción del mito del ideal heroico, ahora convertido en mito de regeneración. Así la "verdadera, abrasadora muerte", se transforma en su contrario, "una vida después de tantas vidas". Ahora el viaje iniciático ha terminado y en el esplendor de las ruinas (como antinomia de una modernidad que ha reprimido y simplificado la identidad del americano, del connacional), el ser humano, el poeta, el sujeto del canto se perpetúa, pero en su propia ausencia. Al responder ahora la pregunta ¿Qué era el hombre?, en el canto décimo, la noción de la muerte es remplazada por la noción de la necesidad: el hambre. El ser individual se hace plural: "Juan Cortapiedras, Juan Comefrío, Juan Piesdescalzos, etc." La crítica al otro mito fundacional es evidente.

lunes, 5 de mayo de 2008

Anaïs Nin y sus diarios


El siguiente texto es una monografía sobre la autora de los Diarios y fue escrito por Manuel Moreta, extraido de:
http://www.monografias.com/trabajos16/anais-nin/anais-nin.shtml


En 1966 vio la luz el primero de los siete tomos de los famosos diarios de la escritora Anaïs Nin. Karl Shapiro, galardonado poeta del premio Pulitzer, escribió entonces en la revista Book Week: "Desde hace una generación, el mundo literario de ambos lados del Atlántico vivió entre los rumores sobre un diario extraordinario. Durante mucho tiempo se ha esperado la publicación de estos. Miss Nin vivió durante aquellos años que produjeron un gran espasmo de creación artística. En su cosmopolita vida conoció a escritores, pintores, músicos, bailarines y actores. Ella misma era uno de los talentos centrales de esa época. Los primeros lectores del manuscrito lo discutían en términos hiperbólicos, como obra que iba a ocupar un lugar entre las grandes revelaciones literarias. Por fin, aparece un fragmento importante de este diario y parece que las esperanzas fueron fundadas."


Los diarios de Anaïs Nin (1934-1975) tienen por temas básicos: el yo, la feminidad, la neurosis, la libertad, las relaciones interpersonales y la confluencia del arte y la vida.
Anaïs Nin nació en Neuilly, Francia, en 1903. Aunque el reputado y famoso escritor cubano Guillermo Cabrera Infante da por sentada la nacionalidad cubana de la escritora, ella era hija del famoso compositor y pianista cubano-español Joaquín Nin y de Rosa Culmell, hija de un diplomático danés establecido en La Habana. Pero como dato curioso, a lo largo de todo sus diarios, que abarcan alrededor de 40 años, Anaïs hace referencia a Cuba en una sola ocasión, cuando escribe: "Algunas veces pienso en las cosas que los muertos hubieran odiado ver si todavía viviesen, y me siento agradecida por su muerte. Por el bien de mi madre, me alegro de que no viera la revolución cubana". Diario (VI 1955-1966 PAG. 385)


Anaïs Nin vivió parte de su infancia y adolescencia entre La Habana, Barcelona y New York. En New York, Ya adolescente, se hace modelo y bailarina de flamenco ":Yo sola logré salir del catolicismo, de la burguesía de mi madre, del ambiente estúpido de la vida americana en Richmond Hill. A solas encontré a D.H. Lawrence. A solas lo situé críticamente. Así también encontré a Henry". En 1931, casada con el banquero Hugo Guiler, se marcha a vivir a Louveciennes, un pueblecito cercano a París. Allí escribe su primer libro, un corto ensayo sobre D.H. Lawrence. "En la intensidad poética de su prosa encuentro el aliento de mi pluma", confiesa. Conoce a Antonin Artaud, a Moricand y a Lawrence Durrell, quien luego se haría famoso por su obra "El Cuarteto de Alejandría". Y a Gonzalo More, peruano exiliado en París y revolucionario de izquierda, quien trató de introducirla en la teoría marxista, sin éxito: "Gonzalo tiene fe en que el marxismo arreglará el mundo. Me pidió que mecanografiara algunos sobres sobre propaganda para la España republicana. No puedo compartir con él su fe. Me parece utópica e ingenua. Ahora quiere celebrar una reunión en mi barco-vivienda, junto a Pablo Neruda y Cesar vallejo. Han invitado a todos los hispanoamericanos. Anais, ¡Ve a alquilar sillas para todos los conspiradores! Parecen decirme. No he dejado de ser consciente del drama político que se desarrolla y no he tomado partido porque para mí la política, sea la que sea, me parece podrida hasta el fondo, basada en lo económico en lugar de basarse en lo humanitario. Contra el odio, el poder y el fanatismo, los sistemas y los planes, yo pongo el amor y la creación, una y otra vez, a pesar de la locura del mundo" Pero sería con Henry Miller, todavía un escritor desconocido y a quien más adelante ayudaría a publicar su exitoso libro "Trópico de Cáncer", con quien trabaría una rara e indisoluble amistad. Se desata, entonces, el famoso triángulo amoroso: Anaïs-Henry-June Mansfield, la atormentada esposa de Miller: "He aquí un hombre al que la vida embriaga. Un hombre libre. Como D.H. Lawrence. Un hombre que no teme a nadie ni a nada. Ese hombre se llama Henry Miller." Nin recoge esta esplendorosa época en París llena de amor, poesía y locura y la vierte en "Henry y June", libro que sería llevado al cine por Philip Kaufman, el mismo director de "La Insoportable Levedad del Ser."


Dos temas serían recurrentes en los diarios de Anaïs: La fijación hacia el padre, ese padre dandy y artista de quien la adolescente cree estar enamorada y a quien atribuía haberla abandonado al casarse con una joven mujer y dejar a su madre y hermanos. Y la desatención que recibía en Norteamérica como escritora.


Ningún editor se interesó en la publicación de sus novelas. Ella se vio precisada a imprimir sus libros, para lo cual instala, en un desván de la Macdougal Street, en New York, una rústica imprenta en la que imprimía sus propios textos y los de sus amigos, escritores underground.
Para el mundillo literario norteamericano, Nin no era más que una escritora extraña que escribía en inglés, pero que había publicado sus obras en Francia. Era, hasta cierto punto, irónico que mientras en Estados Unidos era tomada como una escritora "extranjera", en Francia, donde había nacido, sus novelas aparecían como "romans americains." Nunca perdonó a Truman Capote, Tennessee Williams, Gore Vidal y Djuna Barnes, entonces escritores reconocidos en Norteamérica, no haberla tomado en cuenta como creadora.


Así expresaría su malestar en uno de sus diarios: "A mí me pueden encontrar en una fiesta y se me puede ver bailar y reír; pero lo que escribo es muy serio. Sólo cuando muera llegaré a ser visible, y entonces algún editor se inclinará sobre mis manuscritos y hasta quizás pujará por ellos. Pero durante mi vida no hubo ningún escritor ni editor que diera un solo paso para prolongar mi vida o revelar mi obra." En efecto, estas palabras fueron proféticas, pues aunque al aparecer el primer tomo de sus diarios, Anais recibió cierta acogida, sobre todo entre mujeres que veían su yo reflejado en el texto, la escritora alcanzó fama rayana en la histeria después de su muerte, en Los Ángeles, California, en 1977.


En 1941 recibe una de tantas cartas de Henry Miller: "Te equivocas al hacerte ilusiones sobre la actitud de los americanos. Serás aceptada bastante bien, magníficamente, cuando aparezca tu obra maestra. Es decir, el diario. Tienes que creer en tu obra, en su valor en conjunto. Quiero ayudarte. Creo que tu diario es más importante que toda mi obra junta. Toda tu vida la has dedicado a la composición de esta obra, y, estés o no de acuerdo no puedes sustraerte indefinidamente a su publicación."


Cuando, compelida por la segunda guerra mundial, abandona París para instalarse en Norteamérica, dice: "Lo trágico es que justamente cuando íbamos a gozar de nuestra madurez en Europa, que ama y aprecia la madurez, fuimos desarraigados todos nosotros y situados en un país que ama la juventud y la inmadurez. Al abandonar París, es el final de nuestra vida romántica" Aquí en Norteamérica, el extranjero es un intruso. Trato de introducirme en la vida americana, pero noto recelo, desconfianza e indiferencia." Al verse relegada, busca de las minorías y en un rincón del Greenwich Village, junto a los gays, negros y haitianos, descubre que pueden vivir entre "los auténticos artistas." Sin embargo, cuando por fin empiezan a aparecer los diarios, por los años 60, Anaïs ve volcarse toda una masa de admiradores y empieza a sentir las atenciones que nunca antes recibió: Cenas, conferencias y flores estaban por doquier.


El alemán Gunther Stuhlmann fue el principal editor de sus diarios, quien escribió todos los prólogos, en los que cuenta, al detalle, cómo fueron redactados. Mucho se ha escrito sobre Anaïs Nin, pero sería Deirdre Bair quien más perfectamente desentrañaría su vida en una monumental biografía.


Los diarios de Nin son un fresco por el cual desfilarían los intelectuales y artistas más famosos de su época, desde Dalí y Gala, Carpentier, Chaplin, Cortázar, Blaise Cendrars y Tanguy, entre otros. Cuando tuvo un breve encuentro con la famosa escritora francesa Marguerite Duras, en la primavera de 1964, escribió: "El encuentro con Marguerite Duras en París fue cálido y espontáneo. Nos abrazamos como viejas amigas. Es pequeña, de aspecto oriental, con el cabello corto y negro, y unos ojos negros muy brillantes. Dice que le encanta mi novela "Un espía en la casa del amor", que es un libro hermoso y que está dispuesta a adaptarlo para la pantalla. Lo que impresiona de Duras son sus zapatos planos, su camisa incolora, su pulóver manchado, su chaqueta de piel marrón, su naturalidad y franqueza, su falta de coquetería. Es realmente sencilla y adorable".


Cuando en 1944 sale a la luz su libro de relatos "Under a Glass Bell"(Bajo una campana de cristal), Edmund Wilson, quizá la pluma más autorizada de la crítica norteamericana, escribió en la famosa revista "The New Yorker": "Los cuentos reunidos en este libro pertenecen a un peculiar género que a veces cultivó la ya fallecida Virginia Wolf. Son mitad cuentos, mitad sueños, y combinan una poesía, a veces exquisita, con una observación realista y sencilla. Las historias transcurren en un mundo especial, el mundo de la percepción y la fantasía femenina, que resulta más curioso y encantador aún por el hecho de ser inocentemente internacional. La señorita Nin es hija de un músico español, pero ha pasado gran parte de su vida en Francia y en los Estados Unidos. Escribe en inglés, pero casi siempre habla de París, aunque, de vez en cuando, el lector se ve llevado a otros países. Hay algunos pasajes de su prosa que quizá estén un tanto influidos por la corriente de estilo alucinatorio en la que han abundado exageradamente los surrealistas: una simple acumulación de imágenes, una detrás de otra, que pretenden ser, cada una de ellas, sorprendentes, pero que, hiladas todas juntas, no hacen sino fatigar. Sin embargo, en el caso de la señorita Nin, las imágenes transmiten algo y son siempre apropiadas. El tejido es vivo y en él reside una criatura oculta. Un espíritu, en parte de mujer, en parte infantil, que compra, tiene criados, lleva vestidos, sufre los dolores del parto, y que, sin embargo, puede volatilizarse en cualquier momento, hasta el punto de convertirse en un ser supraterrestre que siente cosas que nosotros no podemos sentir. Pero, quizá, lo más importante es que Anaïs Nin es una verdadera artista, algo que, posiblemente, no tenga ninguno de los escritores surrealistas. "The Mouse", "Under a Glass Bell", "Rag Time" y "Birth" son piezas verdaderamente preciosas".


Más de Anais Nin:


1. En París, en una crisis económica, escribió, junto a Miller, relatos eróticos a dólar la página, para un coleccionista. Estos fueron publicados con el nombre "Delta de Venus".
2. Nunca pudo conocer la maternidad a causa de una operación de apendicitis
3. Ejerció el psicoanálisis junto a Otto Rank, discípulo de Freud, en New. York. Juntos trataron de explorar el papel y las posibilidades creativas de la mujer en el mundo moderno.
4. Hoy, varios ciudadanos franceses tratan de evitar la venta de su casa de Louveciennes
5. Vivió por mucho tiempo en un barco-vivienda a orillas del Sena.
6. En la Habana, vivió gran parte de su adolescencia.
7. Hasta el final de sus días se carteo con Henry Miller, estas fueron publicadas con el título: "Cartas a Anais Nin"
8. En los años sesenta mantuvo una polémica con el escritor Aldous Huxley sobre el uso de LSD entre los artistas.
9. La última relación ítima conocida de la escritora fue con el artista Rupert Pole.
10.En sus memorias, Gore Vidal, escritor norteamericano aún vivo, dedica varias páginas a la escritora sobre la relación de amistad que mantuvieron en los años 50
11. Murió siendo ciudadana americana, de cáncer, en 1977, en California.


Otros libros de la autora:


1. "La seducción del minotauro"
2. "La casa del incesto"
3. "Escaleras hacia el fuego"
4. "Invierno del artificio"
5. "Un espía en la casa del amor


HENRY MILLER, ANAÏS NIN Y JUNE un triángulo terrible


El siguiente texto es un fragmento de un artículo donde Enrique Sánchez Hernani hace referencia a uno de los triángulos amorosos más tormentosos de la historia literaria, pero que produjo también uno de los proyectos más ambiciosos de la narrativa norteamericana contemporánea: los recordados Trópicos.


Fue en la Ciudad Luz donde conoció a Henry Miller. El fauno mayor de la literatura norteamericana era por entonces un atribulado y hambriento desconocido. Había llegado a París en 1930 y estaba atravesando, como lo escribiera después, la "segunda ordalía de su vida". Cuando al año próximo conoció a Anaïs, se preparaba a celebrar su cuadragésimo cumpleaños y arrastraba como una bufanda sumergida en el barro un pasado infausto que le estrujaba los sentidos. Estaba casado por segunda vez con June Edith Mansfield, una corista de cruda belleza a la que conoció trabajando en un cabaret. Ella, entre otras oscuras virtudes, tenía la de ser bisexual. Cuando Henry la vio, en 1924, decidió casarse inmediatamente con ella, seducido por una pasión borrascosa.
Después de padecer una vida precaria en departamentos que daban la idea de pocilgas antes que habitaciones para seres humanos, en Brooklyn y Greenwich Village, la sensual June, que había alentado a su marido para que abandone su puesto en la Cosmodemonic Telegraph Company y se dedique íntegramente a su carrera de escritor, se consiguió un amigo, que confusamente toleró Henry, y le compró un boleto a Francia.
Miller, en el año de su encuentro con Anaïs, no tenía un centavo. Había llegado a París aunque prefería España, pero a causa de su absoluta torpeza para manejar dinero, terminó anclándose en la ciudad luz. Recordando esa época, más tarde escribiría que se hallaba "desesperadamente hambriento no sólo de hambre física y sensual, de tibieza humana y comprensión, sino también de inspiración e iluminación".
Por entonces estaba pergueñando las primeras páginas de su Trópico de cáncer, donde había anotado con sinceridad: "No tengo dinero, ni recursos, ni esperanza. Soy el hombre más feliz del mundo". No tenía casa fija y raramente comía algo caliente.
Un abogado que atendía algunos asuntos de Anaïs fue el que los presentó, de manera fortuita, al seleccionar Henry su tarjeta con el fin de hacerse de una comida gratuita.
Cuando el vagabundo Miller ingresó a la residencia de Louveciennes, su rústico corazón, acerado por el dolor y la violencia de la calle, se conmovió. Las paredes del hall estaban cubiertas de libros y cuadros de exóticos estilos.
Cuando vio a Anaïs, se le produjo un vacío en el estómago: aquella muchacha frágil era la que había leído todos aquellos libros, y contaba además con una sensibilidad abierta que la llevaba a admirar las impresiones más crudas del ser humano. En la sobremesa hablaron de D.H. Lawrence.
Desde ese encuentro no habrían de separarse más, espiritualmente al menos, aunque sus amigos no les auguraron una amistad trascendente. Anaïs, a pesar de su vocación por sofocarse de sensualidad, en el fondo era una "niña-mujer" de vagos modales aristocráticos, que requería siempre tener a su lado a su marido, Hugh Guiler, un banquero próspero y sobreprotector, y tenía una verdadera debilidad por rodearse de un entorno armonioso, amigos elegantes, objetos caros, al punto de que con facilidad se le podía atribuir la superficialidad. Miller, en cambio, era un gangster calvo, cuarentón, con aspecto de sepulturero y una sonrisa crápula que usaba para sobrevivir en la asquerosidad de los barrios miserables donde se veía obligado a vivir. Sin embargo, por insistencia del espíritu libertino de Anaïs y la tenue perversidad de Henry, se convirtieron en amantes."

Sobre Miller hay una página que tiene varios fragmentos y datos biográficos y referentes a su escritura. Si te interesa pulsa aquí : http://www.galeon.com/elortiba/hmiller.html